Es común no estar conformes con nuestros cuerpos, incluso los musculosos o caritas tienden
a compartir las mismas insatisfacciones. Los delgados quieren ser musculosos y
los musculosos quieren ser aún más musculosos y viceversa. Inclusive se da
situaciones en las que uno se ve al espejo y la realidad percibida no coincide
con nuestra visión pese a encontrarnos en la meta.
Básicamente son
diversos factores que nos impiden apreciar nuestros logros por más simples que
sean. Todo radica en la psicología, es bien cierto que el 80% es mental y el
otro 20% es músculo. Así que bajo esos porcentajes es factible entender porque
nunca estaremos satisfechos. No tiene nada de malo, es cuestión de solidificar
nuestras emociones y aceptar las cosas por lo que son para posteriormente disfrutar
de nuestros avances.
Desde hace tiempo se
anunció que ya no era necesario pasar horas y horas en el gimnasio,
principalmente en las caminadoras u otras máquinas de cardio. Siempre se ha
recomendado las rutinas de máxima velocidad por intervalos de tiempos breves. Algunos
van desde mínimo 15 hasta máximo 25 minutos. Sí eres de los que prefieres
mantenerte bajo un mismo ritmo, se recomienda 30 minutos ya que pasadas de la
hora se corre el riesgo de sabotear el músculo.
El desgaste debe
estar vinculado con la ingesta de proteínas de lo contrario, el esfuerzo se
torna contraproducente. He aquí la indeseada fractura. Ante la falta de
energía, una persona que realiza aproximadamente una hora tiende a subir de peso
que una que hace media hora. Cuando uno está cansado por haberse excedido, lo
demás se hace lento, incluyendo nuestra digestión.
Para las personas
entre los 18 y 64 años se recomienda hacer dos horas y media de ejercicio
moderado de los cuales vengan incluidos dos sesiones con pesas. En caso de
parecer mucho, una hora con 15 minutos es más que suficiente siempre y cuando
sea un poco intenso de lo normal. Una de las formas de medir la intensidad
depende de la siguiente pregunta: ¿Qué tan cansado me siento al ejecutar la
rutina? La respuesta correcta yace en poco pesado dándole casi a muy pesado, sin quitar de antemano nuestras limitaciones.
Ahora ¿cómo saber
cuándo el ejercicio es excesivo hasta el grado de volverse una adicción?
- No descansar ningún día
- Los daños superan a los beneficios
- Los músculos pierden su forma
- Padecimiento de rabdomiolisis (daño muscular por la sobre-extensión)
- Pérdida de conciencia durante la sesión.
- Estado de ánimo alterado desde depresión hasta ira
- La gente se preocupa por nuestra delgadez pese a sentirnos todavía obesos
- Dolores musculares de forma diaria
- Lesiones sin sanar
- Sensación constante de sed
- Aumento de sudor
- Insomnio
- Posponer citas importantes por no faltar
- No guardar reposo a pesar de estar enfermos
- Envejecimiento prematuro
- Rendimiento deficiente
- Amenorrea en algunas mujeres
La importancia del
ejercicio va dirigida a nuestra salud tanto emocional como física. Por tanto
uno siempre debe sentirse satisfecho con lo que se ha logrado sin importar que
sea poco. Se supone que es nuestro escape de lo cotidiano para relajarnos,
hacernos sentir bien, no para ocasionarnos más problemas.
En caso de carecer de
respuestas, siempre se recurre con un especialista hasta por lo menos conseguir
ese equilibro adecuado respaldado por nuestra sana perspectiva y delimitada por
nuestro organismo. En caso de sentirse que algo está mal, se anula el ejercicio
y se reemplaza con otros puesto que cada cuerpo es y funciona diferente.
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