Como es costumbre,
cada año la mayoría tiende a ponerse de objetivo ir al gimnasio. Independiente
de nuestras razones, la idea principal es reducir esos kilitos de más no sólo
consumidos en las fiestas decembrinas sino que llevamos cargando ya por un buen
tiempo.
Usualmente depende de
nuestra iniciativa ya sea impulsada por nuestra insatisfacción corporal o deseo
de conseguir un cuerpo envidiable. Como lo hemos leído en las entradas pasadas,
se requiere también estar consciente de lo que verdaderamente buscamos al
momento de entrenar.
Seas nuevo o un
veterano buscando su retorno, hoy en día existe mucha información inclusive de
más. Dada la incertidumbre en sus fuentes, cualquiera podría malinterpretar las
sugerencias por lo que siempre se recomienda recurrir a un instructor de piso o
personalizado.
En el año que llevo
en estas instalaciones, puedo asegurar que existen un par de especialistas altamente
profesionales. Sé que en ocasiones no tienden a cumplir las expectativas más eso
no debería ser motivo para renunciar, al contrario, debería convertirse en un reforzador
para seguir buscando a aquél que se ajuste a tus necesidades.
Recuerda, sólo tú
eres el protagonista de tu vida física y al igual en tus amistades, tienes el
derecho de elegir con quien sí y con quién no; pero como todo, se necesita darse
la oportunidad de tomar a un instructor para de esta manera formularse una
opinión seguido de un resultado.
Sea cual sea tu impulso,
debes estar consciente que es un proceso metodológicamente pausado. Si quieres
resultados a la brevedad, deberás recurrir a las proteínas, suplementos,
minerales o inyéctarte bajo cuidado médico.
De ahí en fuera, mucha
paciencia y disciplina, esto no es algo que logres en tres meses como
bellamente se nos dice. Este condicionamiento requiere años, quizás me excedí,
con un buen comportamiento rutinario y podría ser menos del año.
La base radica en la
disponibilidad, qué tanto estarías dispuesto a hacer o sacrificar en orden de
lograr lo buscado. No sólo es resistencia ni mera intensidad, es la mezcla de ambas
en compañía del buen comer porque seguramente no querrás pasar horas y horas
para terminar siendo referido como un Calienta Bancas.
Es terrible, pero es
la realidad al menos que te sientas satisfecho con lo que tienes. Para todo hay
un límite y al igual que los demás, debes saber el tuyo. Pasé lo que pasé, ve
el lado bueno, el año tiene 12 meses por lo que poco a poco ve conectando con
la mente, respira y domina el dolor.
“Si no hay dolor, no
hay crecimiento” Parte de ello está en nuestra mente por lo que tampoco
tengamos miedo de ponernos a prueba, escucha al cuerpo, él te dirá cuándo es el
momento de pasar al siguiente nivel.
En cada inicio de año,
los gimnasios suelen incrementar su clientela. Lamentablemente no todos logran
quedarse después del primer mes, algunos con suerte llegan al trimestre. La
causa yace en las excusas: lluvias, hijos, trabajo, dinero, flojera y principalmente
la falta de tiempo.
Un día tiene 24 horas
de las cuales debemos dormir 8 horas y trabajar 8 horas, eso significaría que
nos quedan libres 8 horas. Sin contar el día libre. Realmente no podemos darle
desenvolvimiento a nuestro objetivo con un mínimo de 2 horas (incluyendo ya el
recorrido) o en al menos tres o cuatro días.
Siempre va a ver
razones para no llevar a cabo esta meta, pero uno debe posicionarse en dos interrogantes:
¿Realmente lo quiero? y ¿Qué estaría dispuesto a hacer para lograrlo? Si ambas cuentan
con una sólida respuesta, entonces ni siquiera tu mismo podrás impedirte de lograrlo.
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