Por más que estén tecnológicamente
avanzadas, solemos cometer errores al momento de ejecutar los movimientos. En
sí no son difíciles de usar, sólo es cuestión de leer el instructivo o en
nuestro caso, acudir con un instructor porque creer saberlo todo es
contraproducente.
En ocasiones solemos
meternos de golpe sin calentar, más que una pérdida de tiempo es una inversión
para llevar nuestro entrenamiento al máximo. Además evitamos correr riesgos innecesarios
al meterle peso a la máquina. He aquí donde la mayoría batalla con la cargas
porque si resulta muy pesado podría lesionarnos. Por otro lado, si lo sentimos
ligero, sólo estaríamos calentando.
Nuestro esfuerzo debe
ser proporcional a la intensidad y regulado bajo nuestro rendimiento. Por eso
es importante que los novatos nunca comiencen sin un asesoramiento ¿Cuál es la
postura adecuada? y ¿Cuántas repeticiones de tantas series debo hacer? Esas son
dos interrogantes que sólo un instructor tanto de piso como personalizado puede
contestarte.
Es cierto que
tendemos a huirle a las máquinas “difíciles”, aunque no lo crean, ahí está la
clave. Aferrarse a las máquinas sencillas no ayuda al crecimiento muscular por
la ausencia de esfuerzo. En contraste con aquellas donde uno siente que se está
muriendo porque apenas se logra completarse la serie. Tampoco nos olvidemos del
sudor y ascendente dolor ¿Acaso no es
obvio?
Con o sin ayuda, uno
siempre debe prestar atención al instructivo en la máquina. No están de
adornos, al contrario, te enseñan a usarlas en caso de no contar con asistencia.
Asimismo sólo porque supiste manejar algunas, no significa que debas recurrir
siempre a las mismas. Crear una zona de confort es sinónimo de estancamiento,
mejor sorpréndete, es el único modo de saber de qué estás hecho.
¿Si eres de los que
confían en la pantalla? No lo hagas, las calorías quemadas no suelen tornarse
reales. Se recomienda apoyarse en el pulsímetro porque en la frecuencia cardiaca
yacen los resultados. Siempre y cuando la trabajemos al 70%.
En las máquinas de
cardio, uno debe variarle a la intensidad. Lo mismo que sucede con la carga en
las máquinas de pecho, pierna, espalda, bíceps, tríceps, abdomen, etc. Pasar más
de una hora en la bicicleta o las caminadoras no es garantía de adelgazar. Hay
que jugar con los niveles, no es lo mismo caminar o trotar por media hora que
correr lo más rápido posible por un minuto, luego caminar, luego correr y así
sucesivamente por intervalos.
La concentración es
la base para hacer correctamente cualquier tipo de ejercicio. Cualquiera podrá
hacerlos, pero no cualquiera lo siente. Existe una conexión entre músculo y mente
de la cual puede romperse con la televisión, un libro, el celular o tu
compañero. La única excepción es la música, porque termina motivándote en vez
de distraerte.
La timidez o vergüenza
sólo nos llevará a renunciar. Si no sabemos, hay que preguntar. Cada gimnasio
tiene la obligación de informarte, sino fuese el caso entonces ¿para qué
contratar instructores de piso? Para eso están, qué mejor que aprovecharlos y
sacarnos de dudas.
Entre otros errores
comunes encontramos: el exceso de ejercicio, cargar con el celular, ropa o
calzado incomodo y descansar de más entre series o hasta días. Recordemos que
vamos al gym para moldear nuestro cuerpo, no para hacer lo que usualmente
haríamos durante nuestro descanso. En
ese caso para qué pagar por un servicio que ni le prestamos atención.
Esto debe ser más que
una ilusión, debe volverse una realidad pero una realidad con la menor cantidad
posible de errores.
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